Él era un chico de 24 años, ella tenía 28, se conocieron en
su lugar de trabajo. Solo se miraban, ninguno sabía nada del otro. Pasaron unos días y se hablaron, se saludaron,
él era muy timido pero cumplía con hablar lo esencial, hasta que un día tomó
confianza, la agregó a Facebook, empezó a bromear y la historia que sigue: ¿la
conocemos?
Cuando se hicieron amigos, ella descubrió que el “amaba a su
novia”, subía fotos diariamente y le escribía mensajes cariñosos. Sin embargo,
en cuanto ella aparecía en la oficina, el chat se abría y el con un “buenos
días”, iniciaba esa conversación que tenían diariamente, en la que él no
comentaba nada sobre su pareja y ella hacía de cuenta que no sabía.
Ella al principio creyó en sus buenas intenciones (y su cara
de santo), pero al ver como los días pasaban y todo para él seguía normal,
empezó a pedirle que se preocupe por su novia ya sin ninguna vergüenza, le
decía que la deje tranquila, porque ella pensaba que él se le insinuaba en cada
palabra, en cada canción y en cada reacción.
Pero el juego seguía, ninguno de los dos estaba dispuesto a
dejar esa “relación” que ya tenían establecida, salían a comprar, a veces él le
traía regalos, ella actuaba como si no le importara pero en el fondo, lo
disfrutaba. Mientras tanto, el seguía siendo el novio modelo que le da
muchos likes a su novia y que la invitaba a cenar el fin de semana porque la
quería mucho.
La historia continuó, un día él le comento a ella: “mi novia
no está segura de mí, creo que me quiere terminar”. Ella dijo: “a ella le gusta
la novela rosa de Facebook no te va dejar, tranquilo, las relaciones inmaduras
son así”. Con sarcasmo ella se burlaba
de él y su novia, pero él no quería dejar las cosas ahí, quería más, ya no le
bastaban los coqueteos y los mensajes de noche por whatsapp.
Un día con una excusa, digna de colegio de primaria le dijo:
"tomemos un café". Ella respondió: “¿un café? No
estoy tan aburrida, para salir contigo en fin de semana”. Y entonces para ella
terminó la historia, que un chico 4 años menor creyera que ella podía ser la
segunda en espera, ofendía su inteligencia, y ese juego que la divertía terminó
por aburrirla, y mucho.
Tiempo después, él le mandaba canciones por chat, de esas
que dicen todo lo que te quieren hacer, la respuesta fue cruda: “Cada vez que
te provoque mandarme canciones, escríbele a tu novia que la quieres en el muro,
es un buen ejercicio. A mí ya no me molestes”, visto.
¿Qué opinan?, una historia de tantas que vemos a diario,
¿hubo infidelidad? ¿O solo en la cabeza de él? ¿Quién sabe? La novia nunca se
enteró y probablemente digan juntos #AmoresDeFacebook .